Pippa, antes de la Gran Boda inglesa, no había llegado a nuestras vidas para quedarse. De acuerdo, que ya tenía el mérito reconocido, en su país, de ser la hermana de la novia del segundo heredero a la Corona inglesa, pero no una it social. Tenía su novio, su web de fiestas infantiles, con sus matasuegras, sus pitos y sus flautas. Después de haberle llevado la cola nupcial a su hermana, se ha convertido en un icono mundial. Kate -según los paparazzis- ha desbancado al resto de las princesas made himself mundiales, ahora lo que vende es una portada con Cambridge, como en su día le ocurría a Carolina de Mónaco. También les pasó a las hermanas de Letizia Ortiz, especialmente a Telma, aunque en este caso, una vez bien situada, su fama disminuyó proporcionalmente a los sentimientos de antipatía que generaba. Y todo esto viene porque una agencia de comunicación de marcas de moda, me envía una nota con la coincidencia de dos famosas con la misma trenka. Yo creo que a estos famosos les regalan las cosas y les ponen un detective espía que las observa día y noche, hasta que detecta que se han puesto lo regalado. En ese momento, avisa a un paparazzi para que las fotografíen en una escena casual de su vida cotidiana. Luego, nos lo envían porque a nosotros estas coincidencias nos vuelven locos. Hacemos páginas y editoriales con ellos gratis. Se imaginan la donación tan elevada que habría que hacer a una de las ONG's de la Royal Family para que Pippa posara? o lo que cuesta contratar a Kilye? que se lo pregunten a Tous.
De esta forma por el módico precio de una gabardina o dos, te hacen la publicidad gratis y encima, te están agradecidas por el regalo.
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