Cartier abre su nueva joyería
en una de las avenidas más hermosas y comerciales del mundo, el número 82 del Paseo de Gracia
en Barcelona.
En 1929 durante la Exposición Internacional de Barcelona en el parque de
Montjuïc, Cartier causó sensación con un collar engastado con diamantes
encargado a los joyeros franceses, por el jefe de los ismaelitas, el Aga Khan:
Su excepcional collar engastaba 38 piedras y tres gotas de diamantes de 40, 38
y 35 quilates.
Cartier, vuelve a guiñarle al ojo
a la ciudad y abre una boutique magnífica en la arteria elegante y comercial de
la ciudad condal. En el número 82 del Paseo de Gracia, en un edificio nuevo de
cristal y mármol, ocupan casi 500 metros cuadrados con tres vitrinas verticales
enmarcadas en mármol de portor negro. El edificio hace esquina con la calle
Mallorca y se encuentra a pocos metros de la Pedrera de Gaudí.
Dentro
de la boutique el espacio está concebido con pequeños salones en sucesión
dedicados a la joyería, al compromiso con la colección Bridal, a la relojería y
a los accesorios, aquí se encuentra el bolso Marcello en todas sus variantes y
también, se exhibe la gama completa de relojes de la Maison. Al fondo, se encuentra
un salón privado para esas ventas “especiales” que requieren estar fuera de las
miradas ajenas.
La
tienda, que se ha reformado en tan solo tres meses en el local que antes
ocupaba Louis Vuitton, se forra con materiales nobles como el roble claro para
las paredes; las pieles marrones con pespuntes albarderos para las mesas y las
consolas. Una atmósfera íntima realizada por el arquitecto Ferran Tortosa según
un concepto imaginado por Bruno Moinard en París y con dos guiños a la ciudad.
Justo en la entrada, las losas llevan dibujadas en negro las rosas que se
encuentran en el pavimento de la ciudad y una de las salas está panelada en
madera con efecto piel de raya, algo que sólo se encuentra en esta boutique de
Barcelona.
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