Funeral
por Kardam de Bulgaria en los Jerónimos
Una
regia despedida para un príncipe bueno
Por Carmen Duerto (publicado en www.diarioabierto.es)
Después de la prisa llega la calma y es el momento de
resaltar algunos detalles que tuvieron lugar la tarde noche del lunes en el
funeral oficial por príncipe
Kardam Sajonia-Coburgo en la iglesia de los Jerónimos de Madrid, donde
sucedieron varios hechos inéditos hasta la fecha, la reunión en pleno, excepto
los niños, de la Familia Real y de los familiares directos del rey Felipe. Además de ver cuadrarse al rey Emérito ante
su hijo e inclinar la cabeza a su paso, cuando éste descendía del altar, donde
estaban situados los reyes en ejercicio; Felipe
y Letizia y Guillermo y Máxima y toparse con su padre. También fue la
primera ver que ellos, los reyes Juan Carlos y Sofía, no iniciaban el cortejo
regio. Felipe y Letizia bajaron por la puerta principal para despedir a la
delegación real holandesa, pasando por delante de la
infanta Cristina, pero jamás encontrándose con ella, al menos públicamente.
Jamás había sucedido, desde el día de la abdicación, cuando al firmar su
renuncia al pasarle el testigo a su hijo, se cuadró por primera vez ante el
nuevo rey. No habíamos vuelto a verlo. Los tres eméritos fueron recogidos por
sus coches en la misma puerta.
Nada
que objetar a la vestimenta de Letizia, que incluso llevaba medias
de verano con su traje de chaqueta. Se notó la gran familiaridad de los reyes
en ejercicio por cómo se tocaban afectuosamente y se besaban. Dicen que entre
ellos se tutean y que doña Letizia incluso se refiere a la reina holandesa como
"Maxi". Dado que la soberana, argentina de nacimiento, corre por sus
venas sangre latina no es raro que acepten esa familiaridad y los maridos
también se hayan contagiado. Mientras que esperaban a que se subieran en los
coches para irse, Felipe le pasó el brazo a su esposa y así posaron hasta que
éstos se fueron. Inmediatamente después partían ellos en su convoy de coches y
sirenas. Se vio salir discretamente, detrás de ellos, al Jefe de la Casa del
rey, a Jaime Alfonsín junto al
director de Comunicación, Jordi
Gutiérrez que fue repartiendo saludos a los colegas que estaban apiñados en
la escalinata, por dar apretones de manos, le dio hasta al fotógrafo Borja que
siempre llevan los reyes para dejar constancia de sus actos oficiales.
También, fue curioso ver entrar con gafas oscuras,
ligeramente más delgado y canoso, al que fuera secretario de las infantas Elena
y Cristina, Carlos García Revenga, que accedió por donde entraban a toda
velocidad los coches de los miembros de la familia real española y que a los
invitados aunque fueran a pie no dejaban entrar por ahí. De hecho, la
delegación real holandesa intentó entrar con la caravana de coches por esa
puerta posterior de la calle Moreto y se lo impidieron, así que tuvieron que
bajar por Academia para entrar por la escalinata principal y subir las
escaleras. En esa entrada estaba también aparcada una gran furgoneta blanca,
sin ningún distintivo exterior, que siempre acompaña en sus desplazamientos a
los reyes y es la ambulancia de la Casa Real.
De los invitados "oficiales" fueron los penúltimos
en llegar porque la última que accedió al templo, cuando la ceremonia ya
llevaba empezada unos quince minutos, fue la infanta Elena, que, en contra del
semblante risueño de su hermana Cristina,
llegó muy seria y sola y con un recogido de pelo un tanto casero y a las prisas.
Bien lejos de esos tiempos en los que los actos no empezaban hasta que ellas
llegaban.
Hubo una densidad tremenda de coches oscuros con chofer
en los aledaños pero Beatrice de Orleáns, llegó con una amiga en taxi, igual
que Enrique Ponce y Paloma Cuevas.
Carmen Martínez Bordiu, sin embargo y a pesar de descender de un coche
lujoso oscuro y con chófer, lo hizo veinte minutos antes de terminar la
ceremonia y su atuendo sí que llamaba la atención por lo floreado y estrecho,
tan era así, que llevaba una generosa abertura delantera que le permitía andar.
Curiosa la actitud de Rosario Nadal, cuando ya había abandonado casi todo el mundo el
templo, ella seguía en el exterior enfrente de la escalinata principal, donde
minutos antes habían estado sentados los escoltas holandeses y algunos
fotógrafos compartiendo botellas de agua del calor que hacía dentro y fuera del
templo, el lunes en Madrid. Rosario, de riguroso luto, ex cuñada del difunto
Kardam, también quiso despedirle y lo hizo con un perfil muy discreto. Detrás
de Rosario Nadal, salía el embajador norteamericano, James Costos y lo hacía también solo.
Decir que delante del altar estaban reservados los
asientos para allegados y miembros reales, entre los que no se sentaba Jaime Marichalar, que se encontraba en
la bancada general a mitad del templo, desde luego más cerca que Naty Abascal o
Carmen Martínez-Bordiu, al final del todo sin asientos y de pie. La hora que
duró la ceremonia que fue casi toda de pie y cantada a capella en búlgaro por unos
coros, el Arzobispo Metropolitano Ortodoxo hizo una semblanza de Kardam en
inglés y los educadísimos hijos de
Miriam Ungría, Beltrán y Boris hicieron una lectura religiosa en español y se
rezó un padrenuestro, también en español. Y por último, me quedo con una imagen
para el recuerdo, la
de tres reyes eméritos saliendo juntos de Los Jerónimos, de un brazo de
la princesa Beatriz iba don Juan Carlos
y del otro, la reina Sofía y siempre unos pasos detrás, Irene de Grecia.
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