Por Carmen Duerto (publicado en el periódico La Razón y en www.diarioabierto.es )
Después de
25 años “el francés”, ese
peluquero incómodo que llegó a España y fue mal recibido por una profesión, que
así le apodó y que un cuarto de siglo más tarde, ha revolucionado, con su
cierre, el microcosmos de la elite social que ha peregrinado por su salón. El
hombre que dignificó el oficio de lavar, cortar y peinar, Michel Meyer, y que
ha tocado las cabezas más conservadoras, progresistas, modernas, ricas, cultas,
antiguas y regias de este país. Se ha ido de España y se ha instalado en
Londres para crecer, para vivir y para descubrir qué otras cosas puede hacer
con sus manos. “No sé qué pasará, quién sabe si vendré un par de días al mes,
pero dejo de ser peluquero ahora cuando me presento digo; Soy estudiante.”
Con el comienzo de la primavera, Michel
Meyer, dejó España después de “25 años de felicidad”. Su marcha ocasionó un
pequeño revuelo en su micromundo, pero ha dejado una gran escuela, ha formado
grandes profesionales que seguirán su trabajo. Lo he abandonado en plenas bodas de
plata. “He vivido 22 años en Marruecos, 8 en París, 25 en Madrid y ahora, tengo
una cuarta vida que se me abre en Londres y en inglés. Soy un esteta lo que me
gusta es el arte, la belleza y la armonía. Ha sido muy gratificante para mí
haber hecho muy feliz a muchísima gente cortándole el pelo.” Además de esteta, es
sibarita y culto, habla fluidamente español, francés, inglés, árabe y hebreo.
Disfruta con Picasso
y con Pollock, con John Lenon y con Benigni. Es psicoanalista y hasta te puede echar las
cartas, mientras escogías uno de sus exquisitos tocados porque el que fuera
peluquero, también hacía sombreros y tocados.
Su discreción se ha ido con él a Londres pero de lo que
no hay duda es que ha visto crecer “a cuatro generaciones” y muchas bodas,
comuniones, fiestas y bautizos y en todas ellas ha estado Michel Meller.
“La boda de Felipe y de Letizia fue La
Boda. Abrimos a las cuatro de la mañana la peluquería y hasta las nueve
estuvimos sin parar de peinar a todas las mujeres del gobierno, las amigas
periodistas de Letizia y las amigas de
Felipe. Los Barreiros o los Urquijo, todas esas familias que son como los
Kennedy españoles. También recuerdo la boda de Manolo Falcó y la de Sandra
Falcó. También he peinado a las
Koplowitz para las bodas”.
Un secador aparte merece una de las mujeres más poderosas
del mundo, la presidenta del Banco de
Santander Ana Botín, más que clienta de Meyer “es la tercera mujer más
influyente del Reino Unido y es amiga. Llevo viéndola crecer 25 años. Es
constante y sabe a dónde va.” Otra de sus puntales ha sido la ex vicepresidenta
María Teresa Fernández de la Vega “somos
grandes amigos. Mi suerte ha sido tener una clientela de mujeres inteligentes,
independientes y libres. No he creado dependencias, he creado seguridades. Lo
más importante no han sido los cambios de imagen sino comunicar seguridad.”
También ha habido mujeres que no pasaron por sus manos.
“Nunca peiné a la baronesa Thyssen. Con
Tita sí que habría tenido un conflicto, creo que es muy lista pero no
inteligente, tiene una independencia negativa, no ha sabido sacar partido porque
tiene esa cosa de que ella lo sabe mejor que nadie y no va bien peinada”.
Meyer fue como un cocinero tres estrellas Michelin, su
peluquería ha sido un Bulli. “Conmigo aprendieron que no todo vale y al final,
lo que ha hecho el francés ha sido dignificar una profesión. Mi secreto ha sido
el psicoanálisis. La peluquería es un lugar de inseguridades y por ello caen en
las trampas, me voy en un momento en el que el mundo estético está poniendo a
las mujeres en peligro de consumo negativo. Las keratinas por ejemplo, hay
gente que se ha forrado salvajemente y no ha sido bueno para el pelo. Cuando
llegué a España las mujeres querían llevar el pelo frito y yo me negué a hacer
esas horribles permanentes con el
flequillo tieso o poner extensiones de pelo. Hay que decir que las canas son
bellas y lo importante es la salud del pelo.”
La
reina Letizia tiene un problema de pelo
Letizia
Ortiz tiene un problema de pelo. Me parece rarísimo que una
reina tenga esa confusión entre su sitio y la de modelo. No es un modelo de
peluquería, la reina tiene dos peinados; uno para su vida y otro para la
institución. No se puede estar cambiando tanto y luego quejarse de que te
miran, si es que vas provocando. Vive en una inestabilidad estética llamativa.
No hay estilo, al final a mi me falta una referencia, una solidez en la imagen.
Pasar del hippy, a la trenza y a las ondas, no entiendo el que no se quedé con
algo definitivo que le quede bien. Conocerse uno mismo, esa es la clave y esa
cosa del “yo sé lo que me va, ese punto cerrado, eso es un peligro”.
El
coletas es una revolución
De los políticos, más que si están bien o mal teñidos, lo
que les pido es que gestionen bien. Elegir a un líder por guapo es un retraso.
El coletas es una revolución está rompiendo todos los moldes, es como cuando Juan Villalonga me dijo; “Déjame crecer
el pelo” porque el ex presidente de Telefónica, “quería romper todos los moldes
y le dejé esa melena.”
Alicia
Borrachero, Imanol Arias, Carmen Jiménez, Maribel Verdú, Marisa Paredes,
Francisca Sauquillo…Quién no pasó por su salón.. “han coincidido
los rojos, los blancos, los azules y todos se han saludado. Me han querido mucho
y yo me he dejado querer y reconozco que es más fácil cambiar de marido que de
peluquero.”
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