Ágatha Ruiz de la Prada, crea su propia Fundación que velará por el museo que recogerá toda su obra y Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, tendrá un papel en ella. Han sido más de 30 años de creación, que ella ha ido guardando y archivando como una hormiguita. Siempre tuvo claro que este momento llegaría y si algo hay que reconocerle a ARP,por encima de todas las cosas, es su tozudez, su tenacidad y su hiperactividad. Por esa finca, que será la sede de su Fundación y museo, han pasado un buen número de personas acólitas y entregadas que han ido haciendo esa labor silenciosa pero eficaz de recoger, guardar y clasificar -la gran obsesión de ARP, las listas de cosas por hacer y ordenar-. Podría contar millones de anécdotas desde que conocí a Ágatha a principios de los 80 hasta que dejamos de hablarnos, a principios del 2000. Todas esas anécdotas son geniales. Muchas de ellas se recogieron en un libro que escribí a medias con otro periodista y del que, antes de que se publicara, me dí de baja de la firma y de los derechos de autor, pero no dí de baja mi trabajo y las anécdotas se publicarón. Desde hace 10 años mi relación con ARP es nula, pero eso no me impide, que en ausencia del rencor que no siento y que nunca sentí sólo daño y un inmenso dolor, le reconozca un mérito tremendo. ¿Cómo con corazones, nubes, arco iris y tulipanes, se puede crear un imperio como el que ella ha creado? por supuesto, que muchísima gente con ingenio y trabajo ha contribuido a la grandeza de la que disfruta ahora Ágatha e incluso del inestimable respaldo de su familia y pareja, pero sin duda, el mérito es sólo suyo. Es sorprendente que con tan limitados urdímbres haya creado lo que ha extendido por todo el mundo. Hasta en el desprovisto aeropuerto de Moscú me encontré con sus botecitos de vaselinas para los labios. La conocí cuando ambas empezábamos, puedo asegurar que hemos sido amigas entrañables, he puesto sus regalos de papa noël a escondidas, he cuidado de sus hijos como ella cuidó de la mía, nos hemos reído, le he prestado mi ingenio, mis ideas y ella me regalaba el suyo, han sido muchísimas horas juntas y en muchos lugares. Siempre recordaré que dibujó a mi hija con un vestido de novia en un libro en el que la única chica que salía era Nerea, a sus hijos y en especial a Tristán, les tengo un cariño especial por la cantidad de horas y de vivencias que hemos pasado todos juntos. La experiencia de haber trabajado en el estudio de Ágatha, cuando era como la Factoría de Warhol -la cantidad de veces que lo hemos pensado y dicho- ha sido de las mejores cosas personales y profesionales que me han pasado en mi vida. Y ahora, después de 10 años sin hablarnos, porque las heridas cicatrizaron, lo puedo decir bien alto y bien claro e incluso, públicamente; Enhorabuena, Ágatha por haberlo conseguido y por haber puesto en marcha tu museo en vida y la Fundación que cuidará de tu legado -jamás olvidaré ese desfile de las flores en París que empezó ordenando una caja de dibujos y por mi locura con la jardinería. "A qué no eres capaz de poner en marcha el desfile de las Flores? -me dijo Ágatha- y yo le contesté; Sí, soy capaz y además, lo haremos en París. Años después desfilábamos en el Carrousel del Louvre. Tampoco se me puede olvidar que allí conocí a grandes amigos; Flor, Evita, Jose Luis, Julio, Mónica, Sandrita, Andrea y a esos personajes tan singulares; La prima, La presidenta del club de Fans de Ágatha, Trastor, Paquita que leches, el pizzero, el chino veloz, Ángelo a Burgos o a Lomana, que ahí fué donde la ví por primera vez en mi vida.
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