lunes, 3 de octubre de 2011

Duquesa de Alba

La primera vez que entrevisté a la Duquesa de Alba, no fue complicado. Hice la petición a su secretaria y a los pocos días me la concedieron. Aún estaba casada con Jesús Aguirre y vivía en Liria, la mayor parte del año. Eugenia estudiaba en el colegio y los demás estaban a sus cosas. Me recibió en uno de los salones del palacio que daba a los jardínes posteriores. Cuando acabó la entrevista, en la que nadie -sólo la fotógrafa que me acompañaba- estuvo presente para tomar notas o escuchar de qué hablábamos, se levantó, salió por una puerta pintada con escenas barrocas y en el rellano de la escalera, se puso a dar gritos a un mayordomo para que nos acompañara a la salida. Eso me extrañó muchísimo y también la impresión de no saber si estaba ante una persona extremadamente inteligente o lo contrario. La sensación era de desconcierto.
No existían las máquinas de fotos digitales y al revelar el carrete, nos encontramos con que no había ninguna foto. Misterio? Llamé a la secretaria y en menos de una semana, nos dió otra cita. Esta vez, el encuentro lo tuvimos en un salón cercano, pero tan lúgubre y recargado como el anterior. Estuvo posando y cada vez que miraba al objetivo se transformaba, no sé qué hacia pero le salía como un otro yo desde dentro.
Aproveché y grabámos otro poquito de conversación. No tenía prisa, ni nosotras tampoco. Tenía una forma de hablar particular pero se expresaba muy bien, con un lenguaje rico y conciso.
La última vez que la entrevisté fue en Dueñas porque le pedí hacer dos reportajes sobre sus dos jardínes, el de Liria y el de Dueñas. Esta vez, la cita tardó más en llegar, creo que me costó cerca de medio año que me recibiera. El fotógrafo y yo, nos pasamos casi un día haciendo todos los rincones de Liria y lo disfruté muchísimo, por el personaje y por el jardín. Además, de todo lo que iba viendo, esa planta dedicada a los perros, esa parte del office que parece del periodo de entreguerras, ese silencio en plena calle Princesa, esos árboles plantados con nombre y apellidos, esas tumbas de perros.....También iba recogiendo una información que me iba retratando a un personaje que me sigue desconcertando, pero lo mejor aún estaba por llegar; Dueñas.
Otro tanto de lo mismo pero con la presencia de ella, por la que habían pasado muchos años y achaques encima. Hablamos de lo que teníamos que hablar y la última Feria de Sevilla, me la pasé con sus amigos, que estaban alojados en Dueñas y ahí, descubrí todo lo necesario para entender al personaje, incluídas las cocinas, los pasillos y la vida de Dueñas. Por cierto, que su cocinera no es ni mayor ni gorda.

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