viernes, 3 de octubre de 2014

"Miguel no se ha dado cuenta que se moría" Isabel Preysler


Miguel no se ha dado cuenta que se moría”
@cduerto publicado en www.diarioabierto.es

A Isabel Preysler le consolaba saber que “Miguel no se ha dado cuenta que se moría. No ha sufrido nada” pero eso no le resta ni un ápice de pena. Está destrozada, ha tenido tres maridos pero Miguel Boyer, sin duda, ha sido el amor de su vida. Ella que es como una geisha con los suyos, que los cuida y que se desvive por su gente, ha perdido al hombre que renunció a su carrerón político, en parte, motivado por ella y también porque era incompatible con el todopoderoso Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno en aquellos  momentos.  
En su larga vida profesional como economista, Miguel Boyer sólo fue tres años ministro del gobierno socialista de Felipe González y así es como está siendo recordado y como pasará a la historia. El hombre que tenía capacidad para llevar él sólo y al mismo tiempo tres ministerios, Economía, Hacienda y Comercio, se ganó a pulso el apodo de “súper ministro”. Al hacer balance en estos 75 años que ha vivido se puede decir que, aquella noticia que su sociedad no admitió en un principio porque rayaba lo más peregrino que uno pueda imaginar, la unión de un intelectual con semblante serio, seco pero con retranca en las distancias cortas y de perfil bajo con la mujer más mediática y más fotografiada de España, ha sido una gran historia de amor.  Eso sí que era juntar peras con manzanas.
Nacer en Francia en el exilio con mimbres tejidos en la izquierda republicana tenía que ser definitivo para que Boyer derivase en el socialismo y estar en el sitio apropiado a la hora precisa, más su excelente preparación profesional, le llevó a ocupar un puesto relevante en el primer gobierno de Felipe González. Precisamente como súper ministro se enamora de la mujer más mediática y más alejada de lo que podría entrar en los cánones de un intelectual que pasaba por ser una de las cabezas mejor amuebladas del país. Ella era Marquesa de Griñón por matrimonio y reina de corazones por voluntad popular con despacho de trabajo en el mundo frívolo de las revistas del corazón y Boyer, era ese hombre discreto, súper ministro que llevaba casado 22 años con una prestigiosa ginecóloga con la que tenía dos hijos, Laura y Miguel. 
Ambos casados y ambos bordeando la frontera del “pecado”. Especialmente no se entendía que un socialista, del partido socialista de aquellos primeros años de democracia en los que vestían con traje de pana gruesa, muchos habían pasado por la cárcel –Boyer sin ir más lejos estuvo seis meses en la prisión de Carabanchel- y hablaban de los “ricos” como ahora Podemos habla de la “casta”, que acabase relacionándose con la reina de corazones. No lo tuvieron fácil pero el resultado no ha podido ser más enriquecedor para ellos.
Isabel Preysler y Miguel Boyer se conocieron en unas lentejas de Mona Jiménez, una señora de la sociedad madrileña que organizaba comidas en su casa y reunía alrededor de un puchero de lentejas a lo mejor y más diverso de la sociedad. En las conocidas como “Las lentejas de Mona” surgió la relación y tuvo que ser un flechazo porque su vida no tardó en entrar en un bucle. Viajes a París, comidas en el extrarradio, donde era más difícil encontrarse con conocidos y detalles entrañables, fue muy comentado uno de los primeros regalos que le hizo Boyer a Isabel coincidiendo con unas navidades, le envió un juego de maletas de Loewe que ella devolvió. También por culpa de ese seguimiento mediático en el que entró al emparejarse con Isabel Preysler, sus salidas trascendían y eso permitía que Ruiz Mateos, al que el súper ministro le expropio todas sus empresas, le siguiera y montase un númerito delante de las cámaras que siempre les esperaban para llamar la atención sobre su “injusticia”. Vestido de superman les arrojó una tarta y también hizo famoso el grito de “Que te pego leches”.  Eran los avatares de ser la pareja de la mujer que posiblemente más portadas haya protagonizado en la prensa española.
Formaron parte de lo que se llamó la “Beautiful people”, Mariano Rubio y Carmen Posadas o Elena Boyra y José Federico de Carvajal, hombres en cargos de representación casados en segundas nupcias que formaban parte del poder. Isabel Preysler y Miguel Boyer consiguieron los divorcios de sus respectivos maridos, ella renunció a ser marquesa de Griñón y han pasado 26 años felizmente casados con una hija Ana Boyer que ha heredado la inquietud por la economía y el agnosticismo del padre. En 2012 un ictus cerebral le deja el lado izquierdo paralizado y dificultades para hablar. La recuperación al principio fue más rápida para llegar en los últimos meses a un punto de casi no retorno, aunque seguían apostando por su recuperación con un equipo de fisioterapeutas que diariamente trabajan con él. Nunca han perdido las esperanzas de su recuperación y su muerte seguro que no creyeron que fuera a ser inminente y menos el día de su santo.
Támara le llamaba el tío Miguel y con él tenía grandes desacuerdos en cuestiones de religión porque Boyer era profundamente agnóstico y aunque respetaba las ideas de Tamara, le gustaba rebatirle sus teorías. Ana, no solía entrar en esos debates porque estaba ideológicamente más cercana al padre, a cambio sí que le pedía consejo y despejaba dudas mientras estudiaba la carrera, tenía uno de los mejores maestros en casa. La pequeña de la familia estaba predestinada a desarrollar su carrera en el extranjero, esa era su inquietud, pero el ictus que sufrió su padre hace dos años y el amor que le tenía, le llevó a posponer sus planes para estar cerca de sus padres, tanto es así que pudiéndose independizar y vivir con su novio, ha preferido seguir en su casa para ayudar en la recuperación de su padre.
También Isabel redujo sus salidas al máximo, vivía volcada en la recuperación de Miguel Boyer, tanto que había hecho de la máxima “eres lo que comes” una ley en su casa.  Le modificó la dieta, los alimentos eran orgánicos y lo más ecológicos posibles, le cambio el pan blanco por el integral, suprimió el azúcar por la estevia y consiguió que comiese paella de arroz integral, algo que antes del ictus se habría negado a probar.  Estaba convencida que todo sumaba para su recuperación. Isabel ha sido un ejemplo de que los votos que hizo al casarse, cuidarse y amarse en la salud y en la enfermedad los ha ejercido hasta el final.
Los que han tratado a Miguel Boyer, le definen como irónico, culto pero no pedante, con un gran sentido del humor y ahora que ha fallecido seguro que su hija Ana me deja contar una anécdota entrañable. En una de las visitas de Julio Jose y Charisse Verhaert a la casa de Puerta de Hierro, donde vive la familia Boyer-Preysler,  mientras preparaban su boda, Boyer se queda mirando a Charisse y comenta, “que buena está”. Una expresión impensable en el educadísimo exministro, pero la enfermedad le había hecho ser más desinhibido.
Ayer por mañana a la hora y media de ingresar por urgencias en la clínica Ruber, Isabel Preysler recibía el mazazo que nadie esperaba, apoyándola estaban su hija Tamara, para la que ha muerto el “tío Miguel” y Ana que pierde un padre y aunque es muy fuerte está absolutamente destrozada de pena. El resto de hermanos; Isabel, Enrique y Julio José llegan hoy a Madrid para acompañarse todos porque los Preysler-Boyer-Falcó son una piña.




 

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