miércoles, 14 de septiembre de 2011

Miguel Palacio llega con las espadas por alto

Esto lo escribe José Núñez que interpreta la voluntad de Miguel Palacio. Lo he leído con atención y no puedo decir nada más que; estoy muy de acuerdo y que esto es llegar a Cibeles presentando batalla. Adelante ¡¡¡ Y por cierto, me encanta lo de "hay quien trae samurais a la pasarela..."

No quiero hacer un homenaje a nada ni a nadie con esta colección. Tampoco fue esa mi intención en ninguna de las anteriores. Conozco la tendencia de reproducir estilos, épocas e incluso la obra de diseñadores geniales. Hay quien trae samuráis a la pasarela o disfraza a las modelos de heroínas decimonónicas o de amas de casa de los años cincuenta. A veces desfilan siluetas globo que quieren ser un guiño a hallazgos brillantes de hace décadas. También se han visto miradas al futuro, cuajadas de flúor y líneas siderales.
No comparto estos planteamientos por mucho que no dude de su legimitimidad, ni de la seriedad y talento de quienes los siguen. Pero, en cierto modo, me parecen ejercicios de escuela. Diría más: de mala escuela. Porque aunque es imprescindible conocer y comprender los estilos y las obras de los grandes así como determinados hitos históricos, entiendo que es un error tomarlos conscientemente como fuente de inspiración. Al lado de la referencia original, el resultado se me antoja siempre falto de profundidad y encuentro que el proceso está cargado de la frialdad que implica seguir un plan tan claramente trazado. Mi manera de funcionar es otra. Yo solo intento hacer lo que me gusta, trato de ser fiel a mi genuina inclinación. Y esta propuesta, en su aparente sencillez, encierra un difícil reto que seguro estoy aun lejos de conseguir. Identificar el verdadero deseo pasa por descifrar la propia identidad y yo muchas veces me asusto ante el espejo. Pero prefiero seguir equivocándome mientras busco con miedo mi universo personal, a recrear en cada temporada episodios estéticos ajenos so pretexto de que todo está inventado.
Probablemente yo esté en un error y sean mis limitaciones las que me impiden entender otros senderos creativos, pero no puedo dejar de pensar que la verdadera aportación está ligada a lo personal de cada uno. En ese cariz único que todos albergamos se encuentra sin duda la clave. Merece la pena buscarla año tras año aunque nunca se encuentre. Merece la pena que sea esa la única apuesta.

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