martes, 27 de mayo de 2014

Las niñeras de la aristocracia,Norland

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La primera persona que entraba a diario en el cuarto del Rey Luis XIV, el rey Sol, a darle un beso de buenos días, era su niñera Pierrett Lafoure. Ellas han sido consejeras, educadoras, mentoras, confidentes, padres y madres adoptivos. Incluso, amantes de los contratantes y con ello, han hecho grandes favores a las Coronas de todos los linajes, pariendo eslabones para las dinastías que no podían. ¿Cuántos reyes y reinas deben su vida a un eslabón aportado por el servicio? Aunque eso en la vida real suele acabar en divorcio. Ahí están los casos de Jude Law infiel a la bella Sienna Miller con la niñera o la exótica Wendi Deng que comenzó enseñando chino a la familia de un ingeniero norteamericano al que le arruinó el matrimonio, por conseguir su visa norteamericana y acabó con el magnate de la comunicación, Robert Murdoch.

Ante la ausencia de los padres, que están ocupados ejerciendo de reyes, empresarios, aristócratas o simplemente de ricos. Las niñeras han llegado al mundo para suplir las carencias de las criaturas con esa problemática. En España, primero estuvieron de moda las fraus alemanas, después de la Segunda Guerra Mundial, ante el declive alemán, se impusieron las nannies inglesas, aunque el francés fuera un idioma más elegante y el que dominaba en la diplomacia, ya se intuía que el sajón iba a pintar más para el mundo del businness.

En nuestro país hemos tenido grandes amas de cría en Cantabria, también una mezcla entre enfermera y niñera, las llamadas Salus y las Añas. También vivimos la coyuntura de dos “seños” españolas muy renombradas y apreciadas. La seño que crió a los hijos de Julio Iglesias cuando los tres niños se fueron a vivir a Miami con el cantante y la madre, Isabel Preysler, se quedaba en España y la seño de Luis Alfonso de Borbón y de su hermano, Francisco. Manuela Sánchez Prat, una mujer estupenda y cariñosa, crió a esos niños cuando la madre, Carmen Martínez Bordiu, se fue a vivir a París con otro marido. La hija de Franco, por cierto, aprendió el inglés que sabe, gracias a su nanny inglesa, Beryl Hibbs.

Niños educados por sus nannies

Borja Thyssen, que es un claro ejemplo de niño criado por tutores, guardaespaldas y niñeras, recibió del servicio clases marciales y de conducción temeraria para escaquearse de un posible secuestro, algo con lo que la baronesa Thyssen estaba completamente obsesionada. Ahora sus hermanas, Sabina y Carmen tienen cuatro nannys y varios guardaespaldas. Parece mucho pero es que son dos y hay que hacer turnos de 24 horas. Les ganan, Angelina Jolie y Brad Pitt, que tienen seis niñeras pero es verdad que acumulan, el triple de hijos.

Ahora las nannies están en declive, hay parejas que siendo “jóvenes modernos” viven entre dos realidades y de ahí, que vistan a la asistenta sudamericana con uniforme blanco y cofia para pasear a una bisnieta de un aristócrata por la calle Ortega y Gasset y como dice Cari Lapique mi nieto habla de cuidadora, que es una mujer que hace de todo, limpia, plancha, cocina y también, se ocupa del niño. Antes no era necesario ser tan rico para tener una niñera. En mi casa había y mi madre tenía institutriz. Ahora es imposible”.

Entre los que se mantienen en el estatus de niñera de toda la vida, se encuentran María Margarita Vargas y Luis Alfonso, que dada su condición de supuestos reyes de Francia, tienen nurse francesa, además de la típica cuidadora colombiana. Los príncipes de Asturias se inclinan más por la nanny inglesa y aprietan también con el chino, igual que Paloma Segrelles, que obliga a sus mellizas a estudiar inglés, francés y chino, con el que una de las niñas está encantada pero la otra se inventa todos los trucos posibles porque no puede con el mandarín.

También hay niñeras que ejercen un papel fundamental en las custodias de los niños de separados. Es el caso de Colate que fue obligado por un juez de Miami, donde vive, que siempre que le tocase ver a su hijo tenía que estar presente la niñera.

Cari Lapique tiene razón con los emolumentos. Una niñera diplomada en Norland puede cobrar fácilmente 60.000 euros anuales y por supuesto no viaja en turista, ni en metro, ni come en un cuartito. Tienen una enorme responsabilidad y la cobran, para ello también invierten en su formación. Hansje Görtz, que fue la primera niñera de la heredera Amalia de Holanda, cuando dejó sus labores en el palacio, decidió crear una escuela de niñeras. A las candidatas las forma en tres intensos meses, a cambio de casi 3000 euros y les enseña a dirigirse a una reina, los misterios de la seguridad o cómo escaquearse de los paparazzis. Algo que a los nuevos ricos; chinos, rusos y saudíes, que son la nueva aristocracia les viene muy bien porque requieren que sus vástagos aprendan esas habilidades que ellos no saben pero pueden pagar.

El pequeño príncipe George, llamado a ocupar algún día el trono inglés, tiene niñera española. María Teresa Turión, la palentina soltera como buena norlander no eclipsará a la duquesa Kate, porque ese uniforme beig con falda por debajo de las rodillas y escote a la caja bien tapadito, con ese gorrito marrón estilo Mary Poppins, haciendo juego con los guantes, es anti lujuria.

Siendo la Norland una de las escuelas de nannys más prestigiosas del mundo, no era extraño que Kate y Guillermo hayan elegido a una de sus niñeras diplomadas para que el pequeño George sea un crío bien educado que aprenda español. Ellos parecen una pareja moderna, pero les gustan las tradiciones, así que nada de cuidadoras, una institutriz con uniforme y sabiendo artes marciales y conducción  temeraria para repeler agresiones, sin olvidar que también tiene que ser “humana” como debió de serlo la niñera de Guillermo y de Enrique de Inglaterra, Tiggy Legge-Burkel, que es invitada a todos los actos privados de la familia y compensó la ausencia de afecto con la que se crió el abuelo de George. El príncipe Carlos afirmó en una entrevista, no recordar una sola muestra de cariño durante su niñez, ni del servicio ni de sus padres, salvo cuando la reina acudía a ver cómo le bañaban por las mañanas. Su madre se sentaba en una silla dorada con un lacayo detrás, y veía a la niñera cómo le bañaba. "No se mojaba las manos, pero al menos estaba ahí".

 

 

 

 

 

 









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