Ese día del encadenamiento simbólico, Tita me llamó para decirme que la acompañase a la protesta porque yo la había ayudado a difundir su mensaje y que era la que había sacado a la luz su indignación en la entrevista publicada en El Mundo, que tuvo tanta repercusión.
Me temo que González-Sinde, Ángeles, y Cervera, Carmen, no han conectado. Así como con Carmen Calvo se la veía encantada o con la tía Henar Ortíz, la baronesa ha hecho buenas migas, con la actual ministra de cultura, no hay conexión. Por cierto, aún guardo en la retina esa subida al rolls royce de Tita de la simpática tía de Letizia Ortiz, saludando como Evita Perón después de inaugurar una exposición en el museo.
Hubo un momento en el que Cervera, Carmen, quiso vender su colección, como hizo el empresario Thyssen con la suya. El Estado español compró un palacio anexo y se hizo la ampliación con el objetivo de situar allí la que Tita fue formando con ayuda de su marido. Quizás, la llegada al mundo de las hijas que encargó en Estados Unidos le hizo pensarse mejor la situación y en vez de compra, cambió los términos por un alquiler / cesión por 25 años. Así las niñas tendrán tiempo de evaluar si gozan con el arte o se forman con un gusto más afín a su hermano Borja. Ya se sabe que la cabra tira al monte. Así las cosas un grupo de expertos en arte extranjeros, porque siempre lo de fuera goza de más credibilidad, valora la colección de Carmen Cervera en 700 millones de euros. Ante esa cantidad, Tita dice que no se mueve ni un euro más ni por uno menos. Su origen catalán le delata. Es bonito el arte y es agradecido compartirlo, vamos es lo que a ella siempre le ha gustado que la gente pueda verlo y disfrutarlo, que Tita no es de guardarse las cosas o de pedir para ella. Ya que ese título nobiliario por los servicios prestados se resiste, que su hijo tiene nietos que a ella le cuesta reconocer y que la sociedad tampoco la tiene acogida en su seno, Tita siente que las únicas raíces que le quedan son esas dos pequeñas criaturas que se crían en el silencio de Gerona.
Una mujer, protagonista de un espectáculo público absolutamente casposo y lamentable, en contra de su hijo biológico y propagando las insidias y sospechas más crueles que una madre puede decir de un hijo, no sé cómo puede reaccionar. Durante un tiempo sentí curiosidad por Tita Cervera Thyssen, y creo que la sigo teniendo. Reconozco, en mi vanidad, que me gustó muchísimo ser la periodista a la que le contó lo de su intención de atarse a los árboles y la repercusión que esas declaraciones mundiales tuvieron. Me he reído con ella y he admirado mucho lo que hizo por la colección Thyssen, que ahora pertenece al Estado español, la quise ver como a mi admirada Peggy Guggenheim pero esa eclosión alcantarillil, esa guerra del espermatozoide no la entendí nunca. De ahí que, ante tamaño despropósito, me lleve a una desconfianza absoluta sobre las verdaderas intenciones de Carmen y su colección. ¿Cuántos planes B, C y D, guardará en la manga?. Y, ¿qué es en realidad lo que quiere?
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Yo creo que está negociando con otros países y el que le ofrezca más, allí que se lo lleva. Por otra parte, decir que la cede gratis es mucho decir, porque de esta forma tiene colocados los cuadros con coste cero, se los mantienen, se los tienen asegurados, se los conservan y se los exponen. Mientras, ella trajina con lo que le interesa. Muy altruista no es.
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