Publicado en La Razón y en www.diarioabierto por Carmen
Duerto (@cduerto)
No es habitual encontrarse con la princesa Irene de
Grecia en una fiesta del verano y menos que una pueda acercarse sin más
miramientos que la de ir hacia ella y pasar unos minutos de charla con la
hermana de la reina emérita Sofía. El hecho inédito ocurría en el jardín de
la residencia del Embajador Griego en España en la fiesta del verano de la
marca griega Folli Follie. La residencia griega es casi vecina de la vivienda de
la infanta Pilar de Borbón, por cierto, que al tener que aparcar en la esquina
de su casa, me fijé que está decorada con dos grandes banderas de España
sujetas con cinta adhesiva transparente a las farolas de la entrada del chalé, con
escudo de piedra en la fachada, de la urbanización Puerta de Hierro de Madrid,
en el que vive la Infanta Pilar. También vi la garita, que en otros tiempos,
estaría ocupada por guardaespaldas, y que hoy presentaba un estado un poco
abandonado.
En los jardines de la residencia del Sr. Francisco
Verros, que es el embajador griego en España, con comida y música griega, tenía
lugar el encuentro “inédito” con la princesa Irene. Nadie nos había avisado que
estaría. Una mujer que gana en las distancias cortas, la escuché hablar en
francés, inglés y griego, conmigo se expresó en español y me dio la impresión
que no se manejaba con tanta fluidez como le gustaría expresarse, a pesar de
llevar viviendo décadas en España.
Da la mano con delicadeza y sonríe mucho, dejando al descubierto una dentadura algo irregular y oscura por el paso del tiempo, pero no por eso deja de sonreír y mostrarla abiertamente. Su pelo es natural, totalmente canoso y se lo peina ahuecado para dar volumen, pero no parece complicarse mucho. Me sorprendieron los pantalones, anchos y con varias tablas en la mitad de la pierna, a la altura de la rodilla y el zapato de tacón bajo. Las uñas sin pintar y el cutis sin maquillaje.
Da la mano con delicadeza y sonríe mucho, dejando al descubierto una dentadura algo irregular y oscura por el paso del tiempo, pero no por eso deja de sonreír y mostrarla abiertamente. Su pelo es natural, totalmente canoso y se lo peina ahuecado para dar volumen, pero no parece complicarse mucho. Me sorprendieron los pantalones, anchos y con varias tablas en la mitad de la pierna, a la altura de la rodilla y el zapato de tacón bajo. Las uñas sin pintar y el cutis sin maquillaje.
Para abrir fuego le pregunto si sigue tocando el piano y
enseguida me contesta que hace mucho que no lo toca “es necesario practicar
todos los día ocho horas diarias para tocarlo bien y ya no tengo esas ganas de
dedicarle tanto tiempo”. Insisto con la intención de averiguar si ejerce de
“profesora” de su sobrina Victoria Federica. Princesa, pero también se puede tocar por placer y no como una
virtuosa. “También, me responde Irene de Grecia, para disfrutar se necesita
entrenamiento y ya no le dedicó ocho horas. Y siendo su sobrina Victoria
Federica una gran aficionada al piano y parece que no se le da mal. ¿No
practican juntas? No, ya le digo que ya no lo toco”. Y se mira las manos,
desnudas sin anillos, con una manicura sencilla y las uñas sin pintar. Aprecio
que luce una pulsera, como las de su hermana la reina Sofía, de bolitas azules
y blancas con el amuleto del ojo hindú.
Dadas las fechas y que el motivo de encontrarnos en el
jardín de la Residencia Griega es por festejar la llegada del verano, le pregunto
por sus vacaciones, por si irán este
año como siempre a Palma de Mallorca, al palacio de Marivent y me contesta
afirmativamente, sin dudarlo un segundo; “sí,
claro, como no, esperamos pasar unos días allí”. Doy por supuesto, que
alternarán Baleares con Londres, Grecia y cualquier parte del mundo que sea
necesario.
Era lógico preguntarle
por la “nueva vida” de su hermana la reina Sofía y no hizo nada por
esquivar la respuesta; “Está muy bien,
muy contenta. Ahora es otro ritmo pero sigue sin parar su actividad. Continúa
al frente de su fundación y trabaja mucho en ella. Sigue teniendo el día muy
ocupado, ella sigue teniendo un ritmo de trabajo y aún no ha pasado ni un mes
de la abdicación”.
Y por último, le comento lo raro que resulta encontrarla
en un evento social en Madrid, “claro que
salgo aunque no mucho, voy a algunos sitios pero no salgo a los que usted se
refiere”. Quizás por la buena relación que mantiene con el embajador
griego, como él mismo me confirmó minutos después, por lo reducido de la
convocatoria, seríamos unas 75 personas y porque al fin y al cabo, Folli Follie
es una empresa griega que también ejerce una gran labor social, todos ellos
fueron motivos suficientes para disfrutar de la presencia de la hermana pequeña
de la reina Sofía, una mujer discreta y con aguante, permitió selfies, fotos
con móviles y iPad. Que llegó puntual a las 19.30h, hora de la citación y se
fue, una hora más tarde, cuando notaba que su presencia llamaba en exceso la
atención de los periodistas que allí estábamos y como Cenicienta, abandonó la
reunión, sin perder ningún zapato y en vez de carroza, en un coche oscuro del
parque móvil de La Zarzuela y sin escolta.
Allí mismo, dado
que estábamos en terreno griego, pude saber que la reina Sofía no tiene casa en
Grecia, pero sí sus hermanos Constantino, que ahora vive en Atenas, y su
hermana Irene, que tiene un apartamento, al que suelen viajar las dos hermanas,
más veces de las que los españoles nos enteramos. Se da la circunstancia que la
organización benéfica que preside Irene de Grecia, Mundo en Armonía, ejerce una
gran labor social en India y en Grecia, donde distribuyen alimentos entre la
infancia y proporcionan alojamiento a las personas sin recursos y ambas
hermanas parece ser que están involucradas en esa labor humanitaria, de ahí que
la visita a la familia y la labor social, reclamen su presencia.
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